VI. Articulación Forzada

Habiendo rechazado el argumento falaz (la IA reduce costos laborales, por tanto resuelve la documentación), podemos preguntar qué realmente cambia la colaboración con IA sobre el desafío de Naur.
El Efecto Interlocutor
Cuando un programador trabaja solo, mucho razonamiento permanece implícito. El programador sabe por qué se tomó una decisión pero nunca la articula porque no hay interlocutor.
La colaboración con IA introduce un interlocutor persistente. Para dirigir efectivamente a un asistente de IA, el programador debe articular:
- Intenciones
- Restricciones
- Justificaciones
- Criterios de éxito
Esta articulación queda capturada—en transcripciones, en instrucciones, en registros de sesión—y se convierte en material para la reconstrucción de teoría.
Desplazando el Límite
Esto no resuelve el problema del conocimiento tácito. Cierto conocimiento permanece más allá de la articulación—el problema de Stradivarius persiste.
Pero desplaza el límite, haciendo explícito lo que de otro modo habría permanecido implícito. El interlocutor fuerza los pensamientos a convertirse en palabras. Esas palabras, una vez pronunciadas, pueden preservarse.
La diferencia no es que la IA extraiga conocimiento tácito (no puede). La diferencia es que explicarle a la IA hace que el conocimiento articulable sea efectivamente articulado.
La Asimetría
Hay una asimetría aquí que importa: el humano retiene teoría entre sesiones; la IA olvida. Esto crea presión para documentar no para beneficio de la IA sino para el yo futuro del humano—y para sus sucesores.
La IA no es el repositorio de la teoría. Es la ocasión para articular la teoría.